5 ago 2011

Tormentas de Ezeiza

Nada te debiera importar
nada, y me importa.

Estoy tan fuera del mundo que afuera, aquí, el mundo duele más, y es tan inalcanzable. Todos los lugares, los trabajos, las ocupaciones, las camas de noches, los trenes de día, los caminos, los zapatos, las tristes historias, los momentos felices.

Miro por las ventanas, veo árboles de navidad, como la niña de los fósforos, como aquel viejo cuento, y cruel. El frío de la calle corta las manos, los labios, las estufas son parciales. Hay un adentro, hay un afuera, hay realidades y sentires.

Niños caminan sobre escombros, niñas rebuscan en basurales un pedazo de malavida.
Las universidades se pueblan de pájaros que saben volar, que buscan un nido, que viajarán en vuelos transatlánticos hacia otras orillas. Las cárceles en cambio están llenas de mujeres y hombres con los rostros claros, nítidos de dolor y angustia, puntiagudos de esquinas y burdeles. Recuento. Reten. Requisa. Redacto en una noche que no deja dormir. Repliego el corazón que no deja de latir, no se calma, salta, muerde, el pecho, los ojos, hasta las lágrimas.

Llegamos con títeres y guitarras, con hojas en blanco y lápices de colores, llegamos con voces y videos, con debates y dramatizaciones, con esperanza y educación popular.

Nos vamos alegres y atónitas por dentro, nos vamos un poco más unidas, hasta disgregarnos de vuelta en el camino a casa, cada una a la suya, cada una con su vida, cada una, por sí sola, con las vueltas que dan las impresiones del día.

Ellas se quedan, cada una por su lado, vuelven a los mismos tendones que las sostienen, agarrando las mismas manos, chiquitas, fuertes. Vuelven a los pechos grandes, a las camas, las rejas, el trabajo, los libros, las puteadas, los suspiros en la noche, los golpes a veces, vuelven al reggaetón, y a la falopa que anda por todas partes, adentro, afuera, en el centro del mundo. Como ellas, adentro, afuera, en el centro del mundo, en lo más cruel de su andar, aisladas, ardientes, armadas de bronca, de injusticia, de sufrir, adornadas de historias y sueños, de deseos.

Algún día, desde el centro del mundo, armarán la revuelta, le restarán el prefijo tan odiado, tan cantado, escuchado hasta asquearse, hasta la risa incluso. Darán vuelta al mundo, darán vuelta al centro, para que no mire sólo para adentro, para que no siga cegando la médula.

Para llegar al centro, hay que dar vueltas por el borde, hay que atravesar el mundo.

Las chicas que van de vuelta del centro al mundo llevan la marca marginal en la piel, como si se les gritara “extranjera” desde todas las esquinas, desde las casas vecinas, los bares, las calles tan de ellas.
De las que se van, muchas regresan, trayendo su desmundo a cuestas, regresan a este centro que se aleja cada día más del mundo, ese mundo que llaman realidad, y la realidad acá es otra, aún más fría, más violenta. Están adentro, dicen.
En verdad, están afuera, marginadas, al borde de todos los límites, aquí, en tierra de nadie, en un mundo del cual nadie se quiere hacer cargo.

Salimos por portones grandes, suenan las llaves, chirrean las rejas. Pisamos la calle, vemos el cielo, sentimos el aire frío, la lluvia, nuestras voces y las miradas latir en las manos.

Ellas se quedan, y no miran para atrás, guardan sus sentimientos bien adentro, los llevan bien cerquita como a sus hijos lejanos, como a sus hijas. Se van a cualquier parte, se escapan mil veces imaginando el día que. Se van, ellas, que se quedan, son las que más lejos se van, más lejos llegan, tan lejos que sus deseos se vuelven inalcanzables.
Insistentes, alertas, despiertas persiguen todas las noches sus sueños, todos los días sus deseos, y algún día, el día que... ellas saben, no todos los deseos se van y algunos sueños quedan, algunos los tendrán al alcance de la mano, a la vista de los ojos, y sobre todo, al latir del corazón.

1 comentario:

  1. ¿Por qué afuera del mundo? La narradora acá no está afuera; la única manera de estar más adentro sería convertirse en lo que narra... y eso no es tan sencillo.
    Bueno, Prilutzky Farny lo intentó... pero no pasó de los 36 años). :/
    El texto es bello, a pesar del tema, es un texto liberador, no encarcelado.
    Gracias de nuevo Vera.

    (Debería estar trabajando y estoy metida en este ropero).

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