15 dic 2009

Cuántas caras



¿Cuántas caras tenés, diciembre?
¿Alguien las contó? La niña que no sabe sumar no podrá sacar la cuenta.
El velo lapislázuli te tapa - no la cara, los ojos.
Sos el hombrecito, las piernas largas y el piano, sos la niña buena de los dos años que no pudo ser, sos la risa del siete, el día después de los zapatos, sos la sabiduría sin grandes conocimientos mundanos, sos el día del casamiento roto, sos la muchacha fiel en rojo y negro, sos los principios escritos en una roca, sos la ternura en el tronco de madera bien dura y oscura, sos el día del deber del niño antiguo que quedó en el camino, sos los días después y el ganso que una vez fue un animal de verdad. Te hiciste sol, te hiciste mar y agua. Te hiciste amigo al fin y nadie sabe cómo, nadie entiende nada de ti porque no dejás un momento de reflexión, porque vos venís y con todo, y me dejás en un lugar... lejana la flor de ganso, lejana la mujer maravilla.
La noche pedimos, la noche perdimos, por un rato.
No sé cuánto cobrás, diciembre, no sé a dónde llevas tus trofeos.
No sé si escribirte no es como escribir cartas de amor al vacío; no sé si pensarte no es una distracción para no caer en la realidad.
No sé diciembre, no sé. Si tratarte como un amigo ausente, si navegarte como barco rumbo al exilio,
si buscarte como los que ya nunca estarán, como las que no nos han de devolver, si habitarte como la casa del viento, no sé diciembre, si contarte como historia o como acontecimiento de fin de año, me quieren convencer los pensamientos molestos de que habría que recitarte como poema, me martilla la razón para que por fin entienda que diciembre no es de las palabras, es de los haceres, que no, que no...
Todos opinan diciembre, todos menos vos, tan calladito. ¿Acaso le hablás a la cálida brisa? ¿Le susurrás a la nieve de otro hemisferio? ¿Le cantás tu canción al hombre cansado que ya no tiene regalos para traer? ¿Qué hacés diciembre, sólo comerte el tiempo?
En otro mundo quiero creer que bailes,
en otro mundo quiero creer que beses al mayo triste,
en otro mundo, debes de estar.

Diciembre



Diciembre vino con su cara pintada, para que nadie mire atrás.
Para que se te vayan las ganas de averiguar qué hay detrás de los colores.
De todos lados los cuentos de agotamiento, las cuentas sin fondo, todas las voces comparten cansancio y penas, la última esperanza es que ya termina el año. Cierto.
Yo soy el último, susurra diciembre, el último mes del año.
Tan irreal como las fiestas, tan absurdo como la nieve en verano, tan lejano como los recuerdos fríos de mi infancia. ¿Cuándo nos convenció diciembre de que es él que da fin a los años, que realmente él sea el último?
Se viene el cuento del año que viene en el que seremos, en el que vivamos a pleno, en el que nos lave la lluvia de verano y nos cante sus canciones la esperanza; el año que viene se abre para todos los deseos, para todos los propósitos, para vaciarnos de gris y llenarnos de rosas, el año nuevo para la vaca negra y los dragones de la laguna.
Diciembre toca las campanas y rompe el tambor. diciembre se alza y sobrevuela los techos de los cantegriles, de las villas, de las favelas, de todos los cielos sin velas ni santas estrellas.
Diciembre silba en los umbrales. Le miro a los ojos de fin del mundo, estiro la mano para tocar su cara fría, que está fría en el norte y fría en el sur, fría de razón y de champanes amargos.
No te creo diciembre, que aquí ocupás el duodécimo mes y te tomaste el verano, mientras para los romanos eras tan sólo el décimo mes y reinabas el invierno.
No te creo diciembre, porque para muchos pueblos ni existes, porque sos un invento, porque venís con tus botas pesadas para pisar el polvo, para llevarte las flores, para taparnos con blanco.
Todopoderoso hiciste la cuenta sin el tiempo, que juega con sus abalorios, haciendo músicas de hada hasta que se le cae uno, y otro abalorio, y otro...
Y nada puedes hacer diciembre, que ves caer abalorios en tu falda, sólo das tu cara, tu cara pintada.
Vos que guardás cumpleaños de gente querida, y a aquella no la vas a devolver, ya lo sé y quizá tampoco sea tu tarea.
Papa Noel son los padres, dicen. En una pared en Montevideo leí que también Artigas son los padres. No es de extrañar que diga eso, pensé, pero quiénes son los padres, entonces?
The answer, my friend, is blowin' in the wind...
¿y quién eres tú, diciembre?
¿quién?