15 ene 2010

Las casas sin puertas



...y mi cabeza corre y corre no para nunca, las frases me rodean en un suave mareo en un insistente mareo, mareo musical de the police dividido mateo multiplicado por manu chao los redondos y un grito de socorro.
"y ninguna casa tenía puertas" escribió huidobro como al pasar sin la conciencia de evocar un momento preciso, partiendo.
las horas negras saben que la mañana es un estado de ánimo y los días pasan, va apareciendo gente de antes y gente de ahora, nueva y vieja que suena a nueva y usada que suena a abuso y feo y no es más que un juego mediocre de palabras.
la cuestión es que la gente va pasando como pasa la gente por la ventana de un bar, como pasan los tragos por el mostrador y por las gargantas desesperadas. va pasando la gente y el corazón late en manos de lobos, algunos cuerpos carnívoros se quedaron como al azar con una parte mía, cuidándola hasta la locura, y yo los llevo adentro, llevo lobos en la panza como los canguros a sus hijos. una voz asegura que yo pertenecería a la familia macropódida , claramente, ha dicho que los monos y sus decendentes fueran del tercer mundo y yo sueño aquel bicho raro, habitando un mundo perdido, buscando el mundo fantasma hasta perder las alas de un mundo invento.
y las horas pasan (y se podría creer que pasan como pasa la gente, como pasa el tiempo que se va consumiendo la vida de a poco como un bicho de luz que no es tan extraño como...) y se caen de mis dedos como la demencia tan limpia y bien vestida, tan bien educada; no hay quién pudiera decir algo.
yo, para los cuentos, sirvo.
háblame en las horas negras cuando la madrugada aún está lejos, cuando los sueños bailan en el paladar, cuéntame con todas tus lenguas hasta que llegue el sueño...

Un señor huidobro insiste en las casas sin puertas y aquel hombre se da contra todas
las puertas, por cierto, que permanecen cerradas, las que el viento no desnuda
y desconfía él de los cuadros colgados que dan lugar a ventanas, a los mundos antaños
mira como quien desconfía del mundo como quien mira la mar y el desierto como quien no sueña.
Levanta su sombrero y saluda como cual pájaro llegando al árbol un día de tormenta.
y así da las buenas noches, Vicente.

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