Dejar de escribir
Buscar el silencio
Apagar las palabras galopantes que transitan todos los caminos del cerebro,
que atraviesan el sentir.
Apagar las palabras que no tienen sentido,
que no llegan a la emergencia que haría falta,
que no llegan a la acción.
Apagar las palabras como si fueran fuego,
como si me quemaran por dentro,
como si dejaran ceniza.
Apagar las palabras como si fueran,
porque a veces son.
Cortar las palabras
porque son una burda prolongación de mi brazo:
si yo no te llego a tocar, ellas menos,
y si llegaran, estarían vacías de mí.
Cortarme las palabras de la lengua
o cortarles a todas un pedazo,
arrancarles las sílabas, los sentidos,
arrancarles las letras una por una,
expropiarlas del espacio que dejan entre una y otra
expropiar las palabras
y expropiarme de ellas.
Buscar el silencio del cielo muy azul,
el silencio de una escuela de noche, bien tarde y a oscuras.
Buscar el silencio detrás del amor,
detrás del dolor,
buscar el silencio detrás de la muerte,
detrás del sentir,
buscar el silencio detrás de la gran soberbia,
del saber insoportable.
Buscar el silencio como si fuera plenitud,
como si fuera momentáneo,
buscarlo como si fuera esperanza,
como alternativa a los gritos que no salen de mi garganta.
Buscar el silencio sabiendo que ya he dicho demasiado,
buscar el silencio para que hablen nuevas voces,
para que se eleven de él palabras plurales,
Buscar el silencio con la convicción de no buscarlo en cualquier parte
buscarlo en mí,
buscarlo adentro y buscar detrás de él
otra vez las palabras
otra vez un nosotros, un nosotras.
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