Y la piel
terrible, sedienta, arenosa, hermosa
arrastra
mis manos hacia el torbellino,
las lentas lágrimas hacia adentro.
te ando por calles ancestrales,
por cada dedo de piel
por mi mano que se agranda, se achica,
mi mano chica de niña que soy te acaricia
mi corazón arrugado te saluda a saltos mortales.
contaría los pliegues de mi cara,
contaría que un invierno inventé un cuerpo,
inventé una forma de ser y olvidarme,
una forma de estar cerca y no invadir.
luego en cada lago el agua brillosa
corrediza como el agua sos vos,
corrediza tu piel, tus ternuras
en los andenes largos y poblados
te recorro por la nariz y a espaldas
de tu razón y la mía, a sabiendas
de lo imposible, y sus atardeceres
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