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Las grullas sobrevolaban el parque
decías, vos en el medio ciudadano mirabas
el cielo, mirabas de entre el horizonte de cemento
decías que las grullas volaban, las veías seguro
decías que preguntaron por mí
y no dijiste que vos, que vos y tu verso
inventaron una noche las grullas, un parque, un infierno
dibujaron una ciudad en el borde de tu cuaderno
llenaron de cemento tu mochila y yo
fui invento de tu deseo, una carta
y no dijiste que vos, que vos y tu verso
inventaron una noche las grullas, un parque, un infierno
dibujaron una ciudad en el borde de tu cuaderno
llenaron de cemento tu mochila y yo
fui invento de tu deseo, una carta
bien guardada pero jugada a tiempo, fui tu caballito
de batalla, la última burbuja del día que se rompe
a solas, fui tu bruja, una línea frágil que tachaba tus libros
de batalla, la última burbuja del día que se rompe
a solas, fui tu bruja, una línea frágil que tachaba tus libros
uno por uno, una idea todo cuerpo, todo aire, toda mugre,
al costado del camino, en el cordón de la vereda, y en cambio
al costado del camino, en el cordón de la vereda, y en cambio
tu último deseo fue la sombra
innominada, insospechada, no registrada y tus versos
son míos y vos sos poeta, poseyendo los versos todos, y nunca
los cuerpos donde las grullas inventadas de una ciudad buenos aires
sobrevuelan un mapa interno, se llevan tu cuerpo, me dejan libre
la piel y tus palabras que se quema bajo ningún sol
la piel y tus palabras que se quema bajo ningún sol
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