De pronto pensé
que eras como un violín
y me preguntaba con leve
preocupación,
si era esto lo que
necesitaba yo en mi vida,
ahora
un violín.
Vi una nota tuya,
hilos de palabras no
demasiado largos
de ti,
líneas de signos tuyos
que rearmaba como podía
que traían llanto de
violín
alegría escondida de
violín
agitación del arco
y escuché una música
tuya
te miré hacer por un
momento,
te miré mirar
o no recuerdo
qué fue
que me hizo pensar
en un violín
Una melodía de esas,
solitaria, desgarradora,
sufrida
inconmesurablemente
cercana
inconcebiblemente profunda
que me tocaba
allí
en los médanos de la
melancolía
en las entrañas secretas
de la ternura
ahí
aquí
tan de cerca.
Ahora
se me superponen los
recuerdos,
los recuerdos y las
vigilias y las demencias
de un sueño abismal
que no deja dormir, sólo
hundirse
y no puedo decir.
Si tus pasos o tu mente
vagando
o la canción por lo bajo
o las líneas escritas
(escritas escritas so
schön geschrieben)
o si tu voz o un día que
mirabas
o qué de ti
qué melodía, qué signo
indescifrable
me hizo pensar
el violín
pensar en esa melodía
y no sé qué
de ti
la dibuja
en el lado de adentro de
mi cuerpo
y no sé
(pero me pregunto)
si vos serás, en alguna
parte
de ti
(y me da miedo decir: de
tu cuerpo)
si vos serás...
en fin
(El violín)